miércoles, marzo 28, 2007

 

LA RANA Y EL ALACRAN

Corresponde a la Editorial del 19 de marzo de 2007

Jean de La Fontaine (1621-1695) fue un poeta y fabulista francés de una gran notoriedad en su época, que introdujo el empleo de animales como protagonistas en sus cuentos, como una forma de distanciarse de los comportamientos humanos y sociales, y de tomar conciencia de sus mecanismos habituales. Pero también, como un medio certero de transponer las conductas de los hombres con todos sus defectos y virtudes.
Sin pretender alcanzar su dimensión literaria, es oportuno emular su método para explicar de modo sencillo y entendible la actual situación política de Tucumán.
La célebre fábula de la rana y el alacrán relata que en la tierra de Shien-Lon, luego de intensas lluvias el alacrán le dijo a una rana:-Oye, llévame sobre tu lomo hasta tierra firme... Si no me salvas, moriré ahogado... La rana miró al alacrán, dubitativa, y le contestó:-No... no puedo llevarte, porque si subes sobre mi lomo me picarás y moriré...-Anda, rana... ¡Sálvame! Prometo formalmente no picarte con mi aguijón...La rana asomó la verde cabeza fuera del agua y dijo:-No, no me fío de ti... Me picarás... Eres un alacrán...-¡No!! -respondió el alacrán- ¡No te picaré! ¡Lo juro!-¡Anda, sálvame! Y puedes tener mi palabra de honor de que no te picaré... pues si lo hago moriríamos los dos. Entonces, está bien - dijo la rana convencida por la fuerza del argumento escorpiónico - acepto tu palabra, pero lo haré con esa condición.Y así fue como el alacrán montó sobre el lomo de la rana y ambos se dirigieron nadando hacia la salvación... Y así, iban bogando, a través de aquel inmenso piélago interior, cuando de repente la rana sintió un fuerte dolor en la nuca.. Era un dolor agudo, lacerante, adormecedor... Enseguida, comenzó a estremecerse... El veneno corría raudo a través de sus venas, paralizando los miembros y obnubilando los sentidos... La rana se dio cuenta de que el aguijón del alacrán había penetrado en sus carnes, inyectando el letal veneno...Ya, en el último instante de lucidez, alcanzó a musitar:-Alacrán... ¿Por qué me has picado? -La tierra firme aún está muy lejos, ahora moriremos los dos... Y mientras ambos se hundían en el agua, irremisiblemente, el alacrán alcanzó a decir:-Perdóname... No pude evitarlo... es mi naturalezaDesde el mismo momento en que Julio Miranda ungía como Ministro de Economía primero, como Senador Nacional después y finalmente como Gobernador de Tucumán a José Alperovich (el escorpión), la dirigencia peronista (la rana) conocía perfectamente cual podría ser su propio final.
Atrás quedaron las promesas electorales, los interminables y grandilocuentes abrazos, como asimismo todo el futuro que el escorpión prometía a esa formidable maquinaria que es el peronismo en acción electoral. El escorpión conoce como nadie sus limitaciones, sus restricciones y su propia naturaleza. Alperovich sabía que no era capaz ni de ganar las elecciones en su propio y desvencijado partido: la centenaria Unión Cívica Radical. Y si fundaba una nueva agrupación no le alcanzaba su auto promocionado antecedente de empresario joven y exitoso para obtener, ni siquiera, 5.000 votos. Entonces el escorpión necesitaba alguien que le transportara en ese río proceloso y turbio que es la política tucumana. Ahí, vio a la rana, en este caso el Partido Justicialista, experta y ágil en esa dura tarea de cruzar aguas difíciles y turbulentas, y sin escatimar esfuerzos se lanzó en su conquista. Entregó presente, prometió futuro, y le aseguró que jamás clavaría su aguijón en el cuerpo de la rana.
Ante esta promesa, el escorpión, que tuvo en Julio Miranda al garante insolvente para esta operación propicia a sus intereses personales, pudo “convencer” a la rana. De ahí en más, la historia es conocida. La rana con amplias brazadas iba surcando las embravecidas aguas que, como si escucharan una contraseña mágica, aquietaban su furia, sucumbiendo al paso del escorpión. Se le abrieron las puertas del Partido, se le facilitó la afiliación, se le regaló una banca de Senador Nacional, se le obsequió la Gobernación, le homenajearon a la primera dama designándola diputada nacional, le sancionaron todas las leyes que le permitieron eludir los controles políticos y administrativos a su Gobierno, y cuando estaban en la parte más profunda del río, el escorpión le clavó su aguijón a la rana. Sin ley de lemas y ante el resurgimiento de las legendarias listas sábanas, Alperovich hizo intervenir el Partido Justicialista para evitar que Juri tuviera alguna participación en la confección de las mismas. De repente la rana (Juri) se había transformado en un peligro amenazante para el esquema de poder que el escorpión configuraba para su futuro.
La motivación poco importa, puede haber sido lo que la pensadora Ayn Rand llamó el egoísmo racional, que es la base de su ética objetivista, o ¿simplemente operó la naturaleza despiadada y asesina del escorpión? ¿Acaso Alperovich no hizo lo mismo en varias oportunidades descalificando al propio Miranda, e inclusive a los legisladores que le fueron fieles?
Realmente la velocidad de respuesta del escorpión ante la amenaza es vertiginosa. Mas que un animal temible por su furia asesina es un mal bicho, pero temeroso. Desconfía de todo, menos de su propia percepción de la realidad, y reacciona siempre atacando ciegamente, sin vacilaciones. Y su ataque, como su ponzoña, no tiene vueltas, o pica hoy o pica mañana, pero siempre clava su aguijón. A un hombre así no se le podría haber confiado nunca el destino de 1.400.000 habitantes, cuando además, a su peligrosidad le suma una ambición sin límites.
En cambio, la confianza de la rana en los argumentos del escorpión, acaba por poner en peligro no solo su futuro, sino el de sus compañeros.
Al revés de la fábula, en Tucumán, el reino del absurdo, todo es posible, por lo que esta es una historia con final abierto. En la fábula de Alejandro Lanoël D'Aussenac, tanto el escorpión como la rana perecen ahogados. El conflicto de poderes, generado a partir de la devolución, por el Poder Ejecutivo, de las leyes sancionadas en la Legislatura, se presenta más peligroso que el resultado de la elección interna del domingo próximo, y puede precipitar para el escorpión tucumano idéntica suerte a la de su par, el Gobernador riojano Angel Maza.
Y el Pueblo, aprenderá finalmente a distinguir cuando una rana aparezca en su futuro con un escorpión a cuestas?

RENZO CIRNIGLIARO

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